Tendencias de innovación en la agricultura e impacto de la covid-19
Jesús Navarro
22 / 11 / 2020
7 min
Cuando el año pasado, desde Bankia Forward by Innsai tras analizar cómo podría ser el modelo de negocio de la agricultura en el futuro, identificamos 5 tendencias de innovación que evidenciaban el inicio del proceso de transformación estructural en el sector.
Cuando el año pasado, desde Bankia Forward by Innsai, empezamos a analizar cómo podría ser el modelo de negocio de la agricultura en el futuro, identificamos claramente 5 tendencias de innovación que evidenciaban que el proceso de transformación estructural en el sector ya se había iniciado.
Explicamos esas tendencias de innovación partiendo de la digitalización de la agricultura (Smart Agro) con el objetivo de conseguir explotaciones más eficientes, las cuales, además, incorporaban soluciones tendentes a posibilitar una producción más sostenible (Sustainable Agro).
Al mismo tiempo, identificamos cómo se iban produciendo cambios significativos tanto en el producto agrícola (New Foods), a través de nuevas fuentes de proteínas y la adaptación a los estilos de vida de las generaciones de consumidores más jóvenes, como en su comunicación (Trust & Transparency), haciéndola más transparente, y en su distribución, mediante innovaciones que acortaban la distancia del agricultor con el consumidor final (On-Off Channels).
Para profundizar en cada una de las 5 tendencias de innovación, puedes visitar Bankia Forward by Innsai.
La COVID y el consumo de productos agrícolas
Este proceso de innovación y transformación se ha visto alterado con la llegada de la COVID-19. Y, fundamentalmente, porque los consumidores nos vimos obligados a cambiar nuestros hábitos de compra y consumo debido al periodo de confinamiento.
Si consideramos los últimos datos de consumo en el hogar del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), se evidencia que en la novena semana del confinamiento, del 11 al 17 de mayo, se produjo un crecimiento del 34% del consumo de hortalizas y patatas y un 16,5% en el caso de frutas frescas (principalmente cítricos), con relación a la misma semana del año anterior.
Todo ello muestra una evolución muy positiva de la demanda de la mayoría de las frutas y hortalizas después del estado de alarma.
Estos datos refuerzan el hecho de que la preocupación por la salud se correlaciona directamente con la demanda del sector. Si a ello le añadimos un mayor crecimiento de los productos de proximidad y del e-commerce, podríamos pensar que el sector de la agricultura ha sido uno de los pocos sectores beneficiados por esta crisis.
Pero esto no es del todo cierto. A esta situación coyuntural de incremento de la demanda se le unieron varios factores que ponen de manifiesto que los problemas estructurales del sector siguen ahí.
Desde la perspectiva de la producción, por un lado, los informes semanales de coyuntura del MAPA ponen de manifiesto que muchos productos agroalimentarios han sufrido drásticas caídas en cuanto a los precios pagados a los agricultores y ganaderos. Así, por ejemplo, el precio medio de la berenjena, el pepino o la fresa ha caído por debajo del 60% entre ambos meses, al igual que el calabacín (-41,4%), el plátano (-36,5%), la mantequilla (-13,4%), el pollo (-7,1%) o la ternera (-3,1%).
Por otro lado, continúan creciendo las importaciones de productos agrícolas, manteniendo así la tendencia al alza de los últimos años, lo que pone aún más presión sobre los precios de los productores nacionales.
De este modo, la importación española de frutas y hortalizas frescas en abril, segundo mes de pandemia, subió un 7% en volumen y un 5% en valor con relación al mismo mes de 2019, hasta alcanzar las 336.904 toneladas y 312 millones de euros, según datos del Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales.
Todo ello, en un contexto donde las grandes cadenas de alimentación y los intermediarios han sido los beneficiarios de las subidas de los precios al consumidor, aumentando así sus márgenes comerciales. Durante el mes de mayo, en pleno confinamiento, y según datos recogidos por la organización agraria COAGEl, el precio de algunas verduras como las alcachofas, calabacines, cebollas y lechugas se multiplicó por entre siete y diez desde el campo hasta el punto de venta.
A esta situación de demanda se le unen otros factores desde el lado de la oferta, como son los incrementos de costes intermedios (un 3,6% en 2019, según datos de EUROSTAT) y el peligro potencial al contagio del virus por la mano de obra, lo cual ha agravado, en algunos casos, la situación de escasez de mano de obra que estructuralmente viene sufriendo el sector, amenazando la cosecha de frutas y verduras del verano.
El modelo de negocio de futuro de la agricultura en el Nuevo Escenario
Todo ello conduce a una situación donde la renta agraria baja un 8,6% en 2019, presionando más aún al sector a buscar una solución estructural, que no es otra que reinventar el modelo de negocio.
La llegada de la crisis sanitaria por la COVID-19 ha supuesto para muchos sectores la necesidad de resetear su modelo de negocio y prepararse para la llamada Nueva Normalidad.
Ser proactivos en estos momentos, aun siendo conscientes de la dificultad que ello comporta, puede suponer una ventaja competitiva. Para convertir esa necesidad en una oportunidad es necesario anticipar cuanto de lo sucedido durante este periodo de crisis ha venido para quedarse y, de este modo, descubrir qué consecuencias puede tener en el futuro modelo de negocio de la agricultura.
Tomar decisiones hoy puede colocarnos en una situación de privilegio cuando llegue la Nueva Normalidad.